El afamado economista Michael Porter volvió a estar en el Perú con motivo de la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE). Durante su visita anterior, hace un año, las palabras de Porter suscitaron varias críticas - incluyendo la del presidente García quien lo acusó de no conocer la realidad nacional (ver artículo anterior).
En esta segunda ocasión, Porter volvió a criticar el modelo económico peruano y auguró que el nivel de crecimiento actual no será duradero si no se hacen reformas sociales y políticas.
En esta segunda ocasión, Porter volvió a criticar el modelo económico peruano y auguró que el nivel de crecimiento actual no será duradero si no se hacen reformas sociales y políticas.
Por un lado, ve en el Perú uno de los casos más impresionantes de crecimiento económico de la última década. Pero también sostiene que el crecimiento ha sido “altamente heterogéneo” en los diferentes sectores de la población y las diferentes regiones del país. Además, reitera su crítica al modelo económico peruano por su falta de diversificación y su alta dependencia frente al mercado internacional de materias primas.
Las cifras presentadas por Porter indican que las exportaciones peruanas se quintuplicaron entre 1962 y 2009 (de 4 mil millones de dólares a 20 mil millones). Pero este incremento se debe, sobre todo, a la exportación de bienes con poco o ningún nivel de procesamiento (como es el caso de las materias primas). La exportación de bienes procesados y de servicios sigue constituyendo tan sólo una pequeña parte de nuestras exportaciones.
Según Porter, las exportaciones dependen en gran medida de la explotación de los recursos naturales y no están integradas dentro de la economía nacional. La mayoría de las maquinarias y los servicios requeridos para estas actividades exportadoras son importados desde fuera.
Para lograr un crecimiento económico más amplio y menos aislado, Porter sugiere la creación de clusters, es decir, conglomerados especializados en una determinada industria o servicio. Porter admite la presencia de ciertos clusters como el metalmecánico en Lima (cf. Althaus 2009, 27-30), el agricultural en Piura y los servicios turísticos en el Cusco, pero asegura que estos son aún incipientes y pocos. Además, se concentran (con pocas excepciones) en la costa del Perú.
Los potenciales de desarrollo no se limitan a la creación de clusters. Debido a su ubicación geográfica, el Perú tiene, según Porter, la oportunidad de convertirse en un hub o eje para el comercio entre Latinoamerica, Asia y Norteamérica. Además, está la propuesta de hacer del Perú uno de los lugares más atractivos para el aprovechamiento de recursos naturales a través de una regulación ambiental eficiente y una infraestructura sólida (especialmente con miras al turismo). Todo esto bajo el auspicio de una población comparativamente joven y una arraigada cultura de trabajo.
Porter sostiene, al mismo tiempo, que el Perú sólo podrá mantener el nivel actual de crecimiento si logra aprovechar estos potenciales mejorando su competitividad. Para ello se requiere una estrategia enfocada no sólo en el desarrollo macroeconómico sino también en las condiciones sociales y políticas. Estas incluyen el desarrollo humano (salud y educación), un Estado de derecho (seguridad, un sistema judicial efectivo y la ausencia de corrupción) así como instituciones políticas sólidas (estabilidad política y un gobierno efectivo).
En otras palabras, el buen manejo macroeconómico debe ser complementado por reformas en los niveles sociales y políticos para permitir que el desarrollo del Perú sea sostenido. El problema no es, entonces, la falta de potenciales, sino la falta de un entorno favorable.
Nada de lo dicho por Porter constituye una verdadera novedad. Los que analizan la gestión de Alan García desde una posición de centroizquierda critican, desde hace buen tiempo, la falta clamorosa de reformas institucionales.
Pero el hecho de que ahora lo haya dicho (y reiterado) un economista de talla mundial (libre de cualquier sospecha de ser de izquierda) quizá suscite un cambio de opinión en los operadores económicos y políticos que asistieron al CADE. Hasta ahora, cualquier intento de poner en duda el modelo actual ha sido criticado como una interferencia desestabilizadora y retrógada. Pero la ponencia de Porter sugiere que el mayor enemigo del progreso no es un cambio en el rumbo político actual, sino la falta de ello. El perro del hortelano podría estar en lugares insospechados.
Por Bernd Krehoff
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